Bebidas
Tomar una copa de vino tinto con un plato de carne, una cerveza con una pizza o un café después
de comer son costumbres muy arraigadas en nuestros paladares. ¿A quién no le apetece una
bebida bien fría en las tardes calurosas de verano o una infusión de té o café para mantenernos
cálidos en un día de invierno? Lo cierto es que las bebidas son fundamentales a la hora de comer,
para acompañar las comidas o como digestivos.
Las gaseosas o refrescos son unas de las bebidas más comunes y populares para acompañar
nuestros almuerzos o cenas. Más saludables son los jugos naturales, que pueden ser de naranja,
manzana, pera o durazno, entre muchas otras frutas, que le aportan al cuerpo salud y energía
gracias a sus vitaminas y minerales. Las aguas saborizadas –limonada, pomelo rosa o naranja – son
otra opción que se está volviendo muy popular en la actualidad para reemplazar a las bebidas
gaseosas, más que nada en Argentina, México y Chile, según estudios recientes. Son más
saludables, algunas son finamente gasificadas y generalmente tienen cero calorías.
Pero hay algunas comidas que sí o sí deben ser acompañadas por una bebida en particular. Es el
caso de los asados o los platos de carne roja, donde es inevitable ver en la mesa una botella de
vino tinto, cuyos componentes principales son la dulzura, la acidez, el alcohol y los taninos –que
hacen que el vino tenga cuerpo produciéndonos sequedad en boca–. El sabor de las carnes rojas
radica más que nada en la grasa que tiene entre los tejidos que le otorga un sabor muy específico
y, al ingerirla, disminuye la sensibilidad de las papilas gustativas lo que genera que la carne, a
medida que la ingerimos, sea menos sabrosa que el primer bocado. Es vital acompañar la carne
con el vino tinto porque los tragos van restaurando la capacidad gustativa de las papilas y se
aprecia mucho mejor el sabor especial de la carne. Esta es la acción de los taninos, por eso los
vinos tintos resisten a esta carga de sabores. Hay distintas variedades de vino tinto; por supuesto,
depende de la uva. Las principales de uvas tintas son Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc,
Malbec, Merlot, Tempranillo, Syrah, Bonarda, Pinot Noir, Petit Verdot y Tannat. Además, las cepas
se pueden combinar, generando así vinos bi-varietales o tri-varietales; los blends son aquellos cuya
composición no alcanza el 85% de una misma variedad de uva, sino que están compuestos por dos
o más cepas en diferentes proporciones. Los vinos blancos, por otro lado, suelen beberse junto a
carnes blancas (pollo, cordero, conejo, cerdo, pescado y ternera), que cuentan con un sabor suave;
por esta razón es recomendable tomarlo con un Chardonnay, Sauvignon Blanc o Pinot Gris.
Para los amantes de la cerveza, no hay nada más rico que un buen chopp frío para acompañar los
platos. Por suerte, hay distintos tipos de cerveza para degustar: las de alta fermentación y las de
baja. Entre las primeras, podemos encontrar las Ale (de origen británico), Stout (cerveza negra) y
Porter (cerveza tostada o negra), más sabrosas por su fermentación. Las segundas son las Lager,
más ligeras y suaves, y pueden ser desde las rubias más claras o doradas, a las tostadas e incluso
negras.